lunes, 6 de noviembre de 2006


EL NARCISO
(Cuento)

Para mis hijos Willy(†) y Ali,
Para mi nieto Cibarini


Ven niño! siéntate a mi lado y escucha la historia del narciso.

Hace mucho tiempo, en el salón principal de la casa de tus antepasados, unas manos femeninas colocaron al narciso dentro de un macetón y ahí el sol le acariciaba con suavidad, a través del biselado cristal de la ventana.

Aquella planta iba creciendo, fuerte y orgullosa, tras los cuidados de una joven mujer, quien admiraba cómo sus grandes hojas se tornaban de color verde profundo. Eran tan hermosas, que todos al verlas, se asombraban de su belleza, esperando con ansias que aparecieran las blancas estrellas de seis pétalos, que contrastaban con el tupido follaje.

Un buen día, aquella mujer dijo:

- “Crecerá el narciso, y cada uno de mis hijos, lo tendrá por heredad”.

Tras escuchar aquellas palabras, el narciso florecía año tras año, con mayor intensidad y pensaba:

- “Gracias a ti, joven mujer, me extenderé entre los tuyos, comenzando mi perpetuidad!”.

Pasaron los años y sucedió que un día, una parte del narciso, fue entregado y plantado en tierra nueva, como lo había dispuesto aquella mujer.

El narciso entonces, continuaba su misión de florecer; más sucedió que un día, el fruto de aquellos seres, inundó el hogar con ternuras infantiles y mientras el niño crecía, el narciso de tristeza se llenó, debilitándose día con día.

Una tarde, el chiquillo observaba con sigilo a la muda planta. Tanto le habían dicho de la blanca flor y frente a ella, con nostalgia murmuró:

- “Mi espera ha sido larga, mas no he visto a la estrellas blancas que la abuela nos heredó” -

Al escuchar sus palabras, el narciso se sacudió y pensó:

- “!Cuán soberbio he sido!, por mi orgullo, no le he dejado conocer la belleza de mi flor”.

Y llorando, se cargó de fuerza e hizo que brotasen un sinnúmero de flores, que año tras año, llenarían de admiración y alegría los ojos de aquel niño.

Ya no había más memoria, que la de ver a la maravillosa flor y al niño crecer, de la misma manera.

Mas sucedió que un día, el joven tuvo que dirigirse hacia un viaje sin regreso y es ahora que del narciso siguen brotando las blancas estrellas que cuidan en silencio, el sueño eterno de aquel noble ser.

FIN

(17-NOVIEMBRE-2005)
“SOLEDADES...”
Registro de Derechos de Autor 03-2005-121612493400-14

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre que lo leo, termino conmovida, con el corazón encogido y admirando tu fortaleza que inspira y me motiva.
Te quiero harto, hartooooo!!!!

Anónimo dijo...

Bindi:

Me a colmado los espejos del alma de una lluvia salada y devastadora, vive el narciso, vive la historia y el momento que no se olvida.

Que grandeza y que entereza.

Saludos

Yil Mojica dijo...

Que lindo de verdad Rosita..........